miércoles, enero 31, 2007

Born to be wild

Si tienes entre 15 y 29 años, estas jodido, y lo escribo en masculino porque además, si eres hombre tienes todavía más probabilidades de tener un accidente de tráfico según un estudio publicado por la Fundación RACC.

En ese mismo estudio se explica que un joven que termina inválido tras un accidente supone un gasto de más de dos millones de euros, es decir, que las compañías de seguros prefieren que te mueras a que te quedes postrado a una silla de ruedas de por vida, menudo ánimo, ¿no?

Yo tenía un amigo de 23 años que murió en la carretera, en este caso no porque fuera haciendo el loco, en su caso llevaba una moto y un coche le apareció de repente de una calle haciéndolo caer en medio de una transitada y trágica carretera nacional (la N-340), y sé bastante bien por este caso y otros también cercanos que la muerte de una persona joven (en accidente de tráfico) es una tragedia inmensa para una familia, pues bien, en el año 2005 casi 1.400 jóvenes murieron en estas circunstancias, casi 1.400 familias que vivieron el trauma de una pérdida inesperada.

La forma de tratar de evitar accidentes suele estar basada en las multas y el castigo, como siempre, más que en la educación vial desde bien jovencitos. No estaría de más que existiera una asignatura en el instituto cuando una persona cumpliera los 14 años en la que se tratara de una forma seria la educación vial, la conciencia cívica y la responsabilidad, y es que ha quedado demostrado que las sanciones pueden servir a corto plazo pero lo que importa es tener una sociedad con conciencia y responsabilidad y eso con multas según pienso, no se puede lograr.

Y bien, aunque estoy un poco desentrenado últimamente, creo que llega la hora de hacer lo que solía hacer habitualmente por aquí, que es suicidarme... Hoy toca subir a un coche y hacer lo que haría cualquier joven que se precie, por lo menos uno suicida, me voy a poner hasta arriba de alcohol, pastillas y voy a coger un coche con más de 150CV a ver lo que tarda en alcanzar los 215 kms/h. ¡Adiós!

viernes, enero 12, 2007

A prisión por maltrato

Me ha pedido Dammy que escriba acerca de un... bueno, no sé como definir a este ser, al fin y al cabo cuando intento definirlo me vienen a la cabeza palabras como “hijo de puta”, “cabrón” y similares, pero es que ya sea por usadas o por que lo de ofender a una madre cuando ella no tiene más culpa que haberle dado a luz y eso sí, haberle dado o no, una cierta educación. Me decía Dammy que lo iba a escribir él mismo para la columna semanal que suele publicar en La Kodorniz (he de decir que me tiene de negro) pero que tal vez quedaría muy duro y que mejor que lo escribiera yo para este blog, así que allá voy.

El tema va de un artículo que leyó en el 20 minutos en el cual se informa de un hombre que había metido el puño y parte del antebrazo por la vagina y el ano de su mujer, causándole a causa de ello desgarros y heridas físicas que la mantuvieron hospitalizada durante 7 días... Después de escribir esto me da mucha satisfacción poder decir a continuación que al hombre le han caído 15 años de cárcel, aunque no voy a seguir pensando porque como lo haga pensaré que por buena conducta y demás a los pocos años estará fuera. Sé que no esta bien, pero me reconforta pensar que en la cárcel habrá alguien lo suficientemente simpático para hacerle sentir como se sintió su mujer.

Y todo nació de unos celos por parte de él, celos infundados por otra parte ya que fueron a hablar con la mujer del supuesto amante de la mujer maltratada y le hicieron ver que eran todo imaginaciones suyas, pero no contento con ello y al grito de “te voy a tratar como a una puta” el ahora preso empezó a agredir a su mujer por no querer realizarle esta una felación.

Esta historia, pese a ser sumamente cruel, tiene un final más o menos feliz, pero lo cierto es que el maltrato y las muertes por estos motivos son más que habituales en la geografía española (y mundial). Esta bien que aumenten las penas de cárcel y que las leyes se endurezcan para castigar este tipo de delitos, pero lo que falta, lo que siempre falta en este país llamado España son medidas de educación a la ciudadanía y es que por mucho que metamos a un agresor en la cárcel, diez más esperan en la calle para maltratar a sus cónyuges.

Y bien, pese a ser un encargo, el tema lo he hecho muy mío, tanto que voy a pasar a hacer lo que acostumbro, suicidarme, para ello voy a coger este pene de látex y me lo voy a ir comiendo a cachitos, ñam, creo que así, ñam, y si un lavado de estómago no lo evita, ñam, voy a morir como un auténtico personaje suicida que soy, ñam… ¡Adiós!

martes, enero 02, 2007

Pornografía madurita

Según explica Mark Kernes bajo el titular “The Graying of Naughty” para el New York Times, existe en el porno una nueva tendencia que lleva a mujeres que sobrepasan tranquilamente los 35 años a protagonizar películas de este poco popular pero muy exitoso género cinematográfico.

Hasta ahora lo habitual en este tipo de producciones era encontrar a jovencitas de curvas inimaginables, todas operadas y con varios kilos de maquillaje encima, pero como decía, eso esta empezando a cambiar siendo las protagonistas de este tórrido género mujeres maduras que cualquiera podría identificar con su vecina de enfrente, la madre de un amigo (la madre de José, que me está volviendo loco, por ejemplo) o la mujer del jefe.

Supongo que existe desde un tiempo a esta parte una especie de necesidad entre los consumidores de porno de encontrar personas normales entre los protagonistas, algo que de hecho ya narraba la película de Pablo Berger, Torremolinos 73, la cual estaba basada en un hecho real. A partir de series como “Mujeres Desesperadas” cuyas protagonistas son mujeres maduras pero físicamente atractivas se entiende también la proliferación de mujeres de ciertas edades en la pornografía actual.

Yo, por lo que a mi concierne, voy a por mi suicidio, en este caso lo haré viendo esta cinta austro-húngara de cine hardcore en el que salen unas abuelas haciendo unas cosas que… bugggghhh… ¡uf! voy a despedirme antes de que empiece a morir echando las potas… ¡Adiós!