En ese mismo estudio se explica que un joven que termina inválido tras un accidente supone un gasto de más de dos millones de euros, es decir, que las compañías de seguros prefieren que te mueras a que te quedes postrado a una silla de ruedas de por vida, menudo ánimo, ¿no?
Yo tenía un amigo de 23 años que murió en la carretera, en este caso no porque fuera haciendo el loco, en su caso llevaba una moto y un coche le apareció de repente de una calle haciéndolo caer en medio de una transitada y trágica carretera nacional (la N-340), y sé bastante bien por este caso y otros también cercanos que la muerte de una persona joven (en accidente de tráfico) es una tragedia inmensa para una familia, pues bien, en el año 2005 casi 1.400 jóvenes murieron en estas circunstancias, casi 1.400 familias que vivieron el trauma de una pérdida inesperada.La forma de tratar de evitar accidentes suele estar basada en las multas y el castigo, como siempre, más que en la educación vial desde bien jovencitos. No estaría de más que existiera una asignatura en el instituto cuando una persona cumpliera los 14 años en la que se tratara de una forma seria la educación vial, la conciencia cívica y la responsabilidad, y es que ha quedado demostrado que las sanciones pueden servir a corto plazo pero lo que importa es tener una sociedad con conciencia y responsabilidad y eso con multas según pienso, no se puede lograr.
Y bien, aunque estoy un poco desentrenado últimamente, creo que llega la hora de hacer lo que solía hacer habitualmente por aquí, que es suicidarme... Hoy toca subir a un coche y hacer lo que haría cualquier joven que se precie, por lo menos uno suicida, me voy a poner hasta arriba de alcohol, pastillas y voy a coger un coche con más de 150CV a ver lo que tarda en alcanzar los 215 kms/h. ¡Adiós!


