Un tema muy manido y en boga ya hace algunos años (en 1993 cuando apareció aquella no poco polémica película en la que Robert Redford y Demi Moore compartían papeles protagonistas junto a Woody Harrelson), es y ha sido siempre el de las
proposiciones indecentes.

A ver, supongamos que uno se va de turismo rural con dos o tres parejas más, y cuando los temas más banales empiezan a aburrir siempre hay alguien que salta con un condicional seguido de una interrogación o pregunta, algo así como “… y si os ofrecieran una cantidad inmensa de dinero porque se acostaran con tu pareja, ¿aceptaríais?”, al principio todos los ahí presentes se miran y nadie responde, hay un silencio hasta que alguien (normalmente el mismo que ha realizado la pregunta) alegremente saltaría con la típica afirmación “pues yo sí”, y aquí es donde empezaría lo bueno, se abriría la veda para hacer cábalas y a ver el precio por el que cada uno aceptaría esa proposición, vaya, como si fuera tan fácil que un “Robert Redford” cualquiera te ofreciera una cuantiosa cantidad de dinero simplemente por una cena y un pequeño revolcón.
Ni que decir que recibir este tipo de proposiciones es el sueño de cualquier mujer y hombre con más de 10 o 15 años de casados, pero esa es otra historia, aunque eso si, la cosa cambia cuando las parejas son más jóvenes, cuando la rutina y los años no han hecho mella en la pareja, en ese caso las cantidades económicas que se barajarían serían astronómicas, vaya, una cantidad absurda de dinero pero al final siempre se podría poner una cantidad a esa noche, una cifra y es que, no nos engañemos, todos tenemos un precio, porque sí, resulta fácil decir que “no, yo jamás aceptaría una cantidad de dinero”, pero lo cierto es que cuando la conversación se va intensificando, cuando todo parece ponerse más serio y ya miras a esa persona a los ojos y le dices “pero, ¿ni por cien mil millones de euros?”, ves como el iris de tu cuestionado pasa de ser redondo (o con forma de corazón) a tener forma de euro, con todos los países europeos incluidos, “pero”, dices, “¿te imaginas que luego tu chica te dijera que le ha gustado más como se lo ha hecho él a como se lo haces tú?”, en ese momento su iris deja de tener forma de euro y observas como una llama se enciende en él, y no precisamente de amor…

A mi me gustaría estar en el lugar del “Robert Redford” de turno, no por físico, que también, sino por eso de poder hacer esa proposición, pero mi proposición no sería para con la chica de la pareja, no, yo le propondría una cantidad de dinero, llamémosla X mil millones de euros, para pasar esa noche “fantástica” con el chico de la pareja, vaya, tener un acto homosexual, ¿porqué? Pues muy fácil, porque una vez acabada la negociación (y me consta que al final todo tiene su arreglo económico) lo tendría mucho más fácil para ofrecer la mitad, pero por tener un acto heterosexual con la mujer.
Nunca me han ofrecido una cantidad de dinero por algo así, en realidad tampoco la he ofrecido, aunque este último caso seguro que ha podido llegar a estar más cerca que el primero, por lo menos yo conozco a hombres que ofrecen dinero por ello, pero no nos desviemos del tema, y es que yo lo tengo claro, yo lo negociaría pero por supuesto, siempre con mi pareja y una vez con el dinero en el bolsillo ya me buscaría psicólogos y/o psiquiatras, si es que estos fueran necesarios, y si no, siempre podría hacer una cosa, contratar a un par de asesinos a sueldo para que mi suicidio fuera uno de alto nivel. ¡
Adiós!